Los libros sí dan la felicidad

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Las librerías abren a medio gas para repartir los encargos con cita

Eva tenía cita a las 12 en la librería Documenta de Barcelona para recoger un pedido de Sant Jordi (Ana Jiménez)

MAGÍ CAMPS, BARCELONA

 05/05/2020 07:00 | Actualizado a 05/05/2020 10:43

La fase 0 ha empezado y ayer la mitad de las librerías catalanas, según el Gremi de Llibreters de Catalu­nya, abrieron “con cita previa”. Un gran qué. Un cliente y basta, era la divisa. En un recorrido por Barcelona, pudimos captar la casuística variopinta de este 4 de mayo. En la librería Calders, el cliente único, mimado como un hijo único, podía pasear por las mesas sin tocar. La librera Isabel Sucunza le leía la información de la contra si el lector lo requería.

Aún habrá que esperar para poder tocar los libros, quizá el próximo lunes, en la fase 1, pero todo es incierto. La presidenta del gremio, Maria Carme Ferrer , se quejaba de que la información había llegado muy tarde: “No es normal que hasta el domingo por la tarde el BOE no publicara la normativa de seguridad que habíamos de seguir”. En la Laie, ayer hicieron la puesta a punto y hoy esperan abrir para los pedidos, pero sin que el cliente entre.

Con la persiana medio subida o con una mesa en la puerta, las librerías empiezan a servir los pedidos acumulados

“Las distribuidoras empezaron a servir con normalidad la semana pasada”, explicaba Sucunza, de modo que ayer ya se entregaron los primeros pedidos acumulados: “La gente que viene no se entretiene, pero ha habido reservas para venir a mirar”. También se ha encontrado con esta petición la librería Jaimes , que servía desde una mesa puesta en la puerta. “Es que están con mono”, afirmaba la librera Montse Porta , que, a pesar de la mascarilla, radiaba de felicidad: “Lo necesitábamos”.

Han tenido dos centenares de pedidos, que pueden ser de un libro o de más, sobre todo a través de su web: “Estamos especializados en francés y la gente ya viene por eso”. Pero matiza que han tenido muchos encargos de libro infantil y juegos didácticos en catalán, por el confinamiento con los hijos. Mientras atiende las preguntas de La Vanguardia, un cliente mallorquín, Santi, viene a buscar libros para su padre de 75 años que vive en Mallorca: “Siempre le aciertan los gustos”, declara, y está convencido de que pronto se podrá volar con normalidad y se los llevará en persona.

Santi acude a la librería Jaimes de Barcelona para recoger unos libros para su padre, que vive en Mallorca (Ana Jiménez)

La librería Al·lots también sirve los pedidos desde una mesa en la puerta. Paula Jarrín relata que, manteniendo la distancia, enseña los libros y pasa las páginas a los clientes que se lo piden. Ha empezado a servir la cincuentena de pedidos que tiene (más de un centenar de libros) con cita previa, pero considera que “todo es muy frío y extraño”. Esta librera especializada en libro infantil y juvenil subraya que perder el mes de abril ha sido un golpe muy duro: “Además de Sant Jordi, los encargos de las escuelas para los juegos florales... Y también he perdido muchas sesiones de docencia”.

En la Documenta han convocado a un cliente cada media hora y tienen a punto el centenar de pedidos que han tenido en su web. “Mañana empezaremos con los de Llibreries Obertes ”, dice Eric del Arco , que aún no tiene claro qué hará la próxima semana ni cómo gestionará los ERTE: “No lo sabremos hasta que salga en el BOE; y no es ninguna crítica, es una constatación; yo tampoco sé cómo lo haría”.

En Girona, la Llibreria 22 despacha los libros con la persiana medio abierta. Jordi Gispert tiene encargados un millar de libros, entre los pedidos directos y los de Llibre­ries Obertes, que afirma que le ha funcionado muy bien. “Me faltan algunos títulos y, aunque parece una cifra alta, no llega ni a un 10% de un Sant Jordi normal”. No se quiere mostrar ilusionado, pero sí “con ganas”, y añade: “Abrir las librerías es un modo de transmitir optimismo a nuestros clientes”.