Después de que hace ya un tiempo nos paseáramos por la
larga historia del monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos, todavía nos quedaba recrearnos en los relieves de su
claustro románico,
la parte más emblemática del cenobio.
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Crujía norte del claustro, que estaba adosada al lado de la Epístola de la iglesia medieval, con el cenotafio de santo Domingo a la derecha |
Adosado al que fue lado de la Epístola de la iglesia medieval, que es el del Evangelio de la actual al haber cambiado su orientación, el claustro tiene planta rectangular irregular con dos galerías superpuestas. La inferior se habría iniciado, según la hipótesis más admitida, después de la consagración de la iglesia en 1088, durante el abaciato de Fortunio, en los albores del siglo XII, antes de la ampliación del templo con la incorporación de la "iglesia alta", y con una segunda fase constructiva en el último cuarto de ese siglo; la superior ya sería de la segunda mitad del XII, hoy zona de clausura y, por tanto, no visitable.
Como
ámbito que articulaba todos los espacios necesarios para la vida monacal, el claustro se proyectaría en función del acceso de los monjes al coro de la “iglesia baja” por la desaparecida Portada de San Miguel.
Las
galerías, que son las que sustentan toda la labor escultórica, tanto en capiteles como en los machones interiores de los ángulos, están organizadas mediante podio corrido y arcos de medio punto sobre capiteles y columnas monolíticas de fustes dobles salvo los centrales, de los que tres son quíntuples y uno, el de la crujía oeste, es cuádruple y torso.
La galería inferior conserva un
alfarje mudéjar decorado con escenas galantes, de caza, tauromaquia, juglares… propias del mundo de la Edad Media y principalmente inspiradas en el
Libro de los gatos, el
Román de Renart o en las
Fábulas de Esopo, realizado entre los siglos XIV y XV después de que el primitivo quedara destruido en un incendio en 1384, salvo el de la crujía este y parte de la del norte, que son fruto de una reconstrucción de fines del siglo XIX,
tras la llegada de la nueva comunidad.
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Alfarje de la crujía baja del claustro de Santo Domingo de Silos |
En un primer proceso constructivo se levantaron las crujías este y norte, las más cercanas al templo, que inicialmente contaban con catorce arcos cada una, y se dejó empezada la oeste.
Las
galerías de esta primera fase se caracterizan por presentar las columnas separadas, con
éntasis marcado y capiteles también separados en los que se representan animales fantásticos, como aves zancudas y monstruosas, grifos, centauros, arpías... y motivos vegetales, todos ellos inspirados en el tesoro litúrgico de las instituciones religiosas, compuesto por piezas de
eboraria de clara influencia califal, orfebrería, libros miniados y textiles. Están realizados en un bajorrelieve plano de extrema delicadeza en los detalles y escaso movimiento, con figuras hieráticas muchas veces afrontadas, rodeadas de tallos y follaje. Solo uno de ellos, hoy destruido, contaba con escenas historiadas.
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Otro detalle de la galería de la crujía este, en la que se observan las columnas separadas con éntasis y con capiteles individualizados |
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Uno de los capiteles de la galería este, perteneciente a la primera fase constructiva |
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Crujía oeste, en la que se mezclan capiteles de la primera fase escultórica, que como son separados, precisan de columnas separadas, al fondo, con los conjuntos de columnas tangentes y capitel único de la segunda fase. En el centro se ve el soporte cuádruple torso característico de esta galería |
En cuanto a los
relieves de los ángulos de la
primera fase, denotan gran capacidad de síntesis narrativa al incluir en un único relieve varias escenas consecutivas, enmarcadas por columnillas corintias que sustentan un arco de medio punto, con un bajorrelieve plano, figuras hieráticas y repetidas sujetas a la ley de
isocefalia y al principio de jerarquía, con Cristo con nimbo crucífero. Aunque algunos historiadores los han puesto en relación con obras del Mediodía francés, como el parteluz de la iglesia de la abadía de Moissac o el profeta Isaías de la abadía de Notre-Dame de Souillac, parece que serían anteriores, también con precedentes en la
eboraria y la pintura de códices miniados, y no en la escultura monumental, ya que antes del siglo XII es casi inexistente, siendo
obras que se están moviendo dentro del campo de la experimentación.
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Ángulo noroeste del claustro con los relieves Camino de Emaús y Duda de santo Tomás |
Son un total de seis y conforman el Ciclo Pascual de la Muerte, Resurrección y Ascensión de Cristo, aunque no están realizados ni ubicados siguiendo la secuencia cronológica del relato evangélico sino en función del circuito que los monjes seguían en sus ritos litúrgicos entre la iglesia y el claustro.
Así, en el
ángulo noreste, el que estaba justo enfrente de la
desaparecida Puerta de San Miguel, la de salida de los monjes después de la liturgia desde el coro de la “iglesia baja”, la más antigua, se encuentran el
Descendimiento y el
Santo Entierro y Resurrección, escenas que les mostraban el fin de la vida de Cristo y su paso a la Eternidad. Tras la ampliación con la incorporación de la “iglesia alta”, el efecto siguió siendo el mismo, pues los relieves también se encuentran enfrente de la Puerta de las Vírgenes del transepto de la Epístola, por donde también salían hacia el claustro tras los oficios en el templo.
El Descendimiento muestra a Cristo bajado de la cruz por José de Arimatea y Nicodemo, flanqueados por la Virgen y San Juan Evangelista. La cruz se levanta sobre el sepulcro de Adán para simbolizar el sacrificio para la redención del pecado original. En la parte superior aparecen las alegorías del Sol y la Luna rodeados de ángeles turiferarios. Por encima del arco de medio punto que enmarca la escena aparece la inscripción que llama a la penitencia: " HIC OBIT HEC PLORAT / CARUS DOLET IMPIUS ORAT” (éste muere, éste llora desconsoladamente, el amado se aflige, el impío reza).
La escena del Santo Entierro y Resurrección utiliza la tapa del sarcófago para separar ambos asuntos. En la parte superior están las Tres Marías ante el sepulcro vacío; en el centro, José de Arimatea coloca el cuerpo de Cristo en el sarcófago; y bajo la tapa aparecen siete soldados romanos, pero vestidos a la moda de la milicia castellana de la época, desvanecidos en el momento de la Resurrección.
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Santo Entierro y Resurrección |
En este ángulo noroeste, junto al actual acceso a la iglesia, está la
Virgen de Marzo, como trono del Niño, una escultura de tamaño mayor al natural, de bulto redondo, frontal e hierática, y que conserva parte de su policromía, obra románica tardía, del último tercio del siglo XIII, que algunos ponen en relación con el tímpano de una de las portadas de
la iglesia románica desaparecida.
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Planta del monasterio (1). Las indicaciones son mías |
En la esquina sureste se ubican los relieves de la Ascensión y Pentecostés. La Ascensión presenta una composición piramidal ascendente, con la acción discurriendo de abajo hacia arriba, con siete apóstoles en el primer nivel, los otros cinco y la Virgen en el segundo, y Cristo, en quien confluyen todas las miradas, y dos ángeles, en el tercero.
En
Pentecostés de nuevo nos encontramos con una composición piramidal ascendente, con los apóstoles en dos registros y la Virgen y dos ángeles que flanquean la
Dextera Dei en la parte superior.
En el pilar del ángulo noroeste se ubican Camino de Emaús y la Duda de Santo Tomás. En Camino de Emaús aparecen Cristo y Cleofás conversando con otra figura al lado que porta las Escrituras. El brazo de Cleofás marca una línea que dirige la mirada hacia el rostro de Cristo, que aparece con nimbo crucífero, bastón de mando y concha jacobea en el zurrón para indicar que está en peregrinación. Los azabaches en los ojos de los personajes reforzaban sus miradas, conservándose sólo los de la figura de la izquierda.
En la Duda de santo Tomás aparece Cristo con el brazo levantado para que el santo pueda meter el dedo en la herida de su costado y ver que ha resucitado, con el resto del grupo detrás de Él.
Toda la
crujía oeste se vería modificada, muy probablemente, a raíz de la
ampliación del templo con la llamada “iglesia alta”. Así, al reanudarse las obras, se incluyeron dos arcos más a los catorce iniciales de la crujía norte para adecuar el claustro a la nueva longitud de la iglesia, se acabó la crujía oeste y se levantó la sur.
Al principio se aprovecharon capiteles de la primera fase pero colocados sobre columnas nuevas todavía separadas, porque los capiteles así lo requieran, aunque ya sin
éntasis. A continuación se sucede un segundo grupo de soportes que son nueva labra en todo, con columnas juntas y capiteles únicos en los que se repite el bestiario anterior pero con un relieve con mayor volumen y naturalismo.
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Detalle de las columnas y capiteles de la galería oeste correspondientes a la segunda fase |
En esta crujía oeste es también donde se sitúan los dos capiteles historiados con temas bíblicos conservados, en los que se advierte un escultor diferente a los vistos con anterioridad, con un tratamiento más naturalista. En uno, sobre las columnas torsas centrales, el más deteriorado, está la Pasión de Cristo, con la Entrada en Jerusalén, el Lavatorio de pies y la Última Cena; el otro representa el Ciclo de la Natividad, con la Anunciación, la Visitación, la Natividad, El ángel avisando a los pastores y la Huida a Egipto.
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Capitel central con la Pasión de Cristo en la crujía oeste, sobre las columnas torsas, viéndose la escena de la Última Cena |
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Capitel historiado en la crujía oeste con el Ciclo de la Natividad, viéndose las escenas de El ángel avisando a los pastores y la Huida a Egipto
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La galería sur fue la última incorporada, con columnas tangentes, y en ella se siguen utilizando piezas sueltas, como algún ábaco, procedentes de la primera fase constructiva, lo que demuestra que los escultores iban por delante en su trabajo respecto a los alarifes.
El último de los pilares fue el del ángulo suroeste, que muestra la Anunciación y Coronación de la Virgen en una única escena y el Árbol de Jesé. Las figuras desbordan el marco, tienen más volumen, con formas más redondeadas y mayor movimiento, realismo y expresividad, un tratamiento que ya está anunciando el gótico, relieves fechados avanzado el siglo XII o entrado el XIII, según los autores.
La Anunciación y Coronación muestra cómo dos ángeles coronan a la Virgen en el momento en el que el arcángel san Gabriel, de rodillas ante ella, le anuncia que va a concebir al Mesías.
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Anunciación y Coronación de la Virgen |
Y para terminar con la obra escultórica, está el
Árbol de Jesé, que muestra a Jesé, origen del linaje de Cristo, del que nacen dos ramas que forman dos
mandorlas que acogen a la Virgen, flanqueada por David y Salomón, y la
Paternitas, Dios Padre con Jesús en su regazo, rodeada de los cuatro profetas mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, y la paloma del Espíritu Santo coronando la escena.
En cuanto al museo, en la panda sur del claustro, ocupa el antiguo refectorio barroco, levantado en el siglo XVII adosado al medieval, que había sido reformado en el XVI. Expone obras de arte relacionadas con el cenobio, piezas de pintura, escultura, orfebrería...
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Refectorio del siglo XVII, con el púlpito a la izquierda, hoy museo |
El Cáliz de Santo Domingo es una obra mozárabe de plata dorada del segundo tercio del siglo XI dedicada, según la inscripción en su base, a san Sebastián, advocación bajo la que estaba el monasterio en ese momento, y realizada bajo el patrocinio de santo Domingo en el taller de orfebrería del propio cenobio: IN NOMINE DOMINI OB HONOREM SCI SABASTIANI DOMINICO ABBAS FECIT.
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Cáliz de santo Domingo de Silos y patena (2) |
Otra pieza importante es una
arqueta relicario, adscrita por los especialistas al taller de Limoges o al del propio Silos, fechada entre los siglos XII y XIII. Tiene forma rectangular con cubierta a dos aguas coronada con crestería y está realizada con alma de madera recubierta con cobre dorado y esmaltado representando un
Calvario y una
Maiestas Domini en mandorla elevada por dos ángeles, en referencia a la
Pasión y
Ascensión, dos de las fiestas mayores del año litúrgico cristiano.
Una de las obras de arte más destacadas procedente del monasterio, aunque hoy en el
Museo de Burgos, es el
famoso Frontal de la urna de Santo Domingo, que rodeaba su sepulcro, una de las obras más impresionantes de la orfebrería medieval peninsular, fechada en la década de 1160. Muestra al Pantocrátor rodeado del Tetramorfos y de los doce apóstoles bajo arquerías de medio punto, una escena que tiene lugar en la Jerusalén Celestial.
También está en el
Museo de Burgos la conocida como
Arqueta de Silos, una pieza musulmana de marfil del siglo XI adscrita al taller de
eboraria de Cuenca a la que se le añadieron placas de bronce sobredorado con marfiles románicos, destacando la tapa, donde aparece el Cordero místico.
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Otro detalle, donde se ve la labor de esmalte de la arqueta |
Otras piezas excepcionales son, una escultura de piedra policromada de Santa Ana, la Virgen y el Niño del siglo XIV, una custodia procesional del siglo XVI, con forma de templete hexagonal sobre un pedestal que fue añadido en el siglo XVIII, una cabeza romana femenina seguramente procedente de Clunia, donde el monasterio tenía un priorato…
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Santa Ana, la Virgen y el Niño, del siglo XIV |
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Fragmentos escultóricos de distintas época hallados en excavaciones arqueológicas |
En esta misma panda sur, al lado del museo, hoy está instalada una recreación de lo que fue la
botica del monasterio en el siglo XVIII, que también contaba con jardín botánico, laboratorio farmacéutico y biblioteca especializada de la que todavía se conservan unos cuatrocientos ejemplares de los siglos XVI al XIX además de un botamen con una colección de
albarelos de loza realizados expresamente para Silos, con el escudo del monasterio.
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Aspecto de la recreación de la rebotica (8) |
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Aspecto de la recreación de la botica (8) |
Si queréis conocer toda la fascinante historia del monasterio desde su fundación a fines del siglo IX hasta la actualidad, ya sabéis que sólo hay que abrir este enlace:
Los avatares del monasterio de santo Domindo de Silos, en Burgos.
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Referencias:
Fuentes:
CARRASSÓN LÓPEZ DE LETONA, A., “Nuevas aportaciones sobre la pintura del alfarje mudéjar del Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos)”, Patrimonio cultural de España, nº 1, 2009, pp. 291-302.
PALACIOS PALOMAR, C. J., Patrimonio artístico y actividad arquitectónica del Monasterio de Santo Domingo de Silos (1512-1835), Tesis doctoral, Universidad de la Laguna, Dto. Historia del Arte, 2000.
SENRA GABRIEL y GALÁN, J. L., “El monasterio de Santo Domingo de Silos y la secuencia temporal de una singular arquitectura ornamentada”. En HUERTA, P. L., (Coordl), En Siete maravillas del románico español, Santa María la Real, Fundación Santa María la Real, 2009, pp. 193-225.
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