En un experimento con esta obra, oculté la firma y puse cuatro imágenes de ella, cada una en una posición diferente, preguntando en un grupo de amigos ¿Cuál creían que era la posición correcta? Es decir, como estaba concebida la obra.
La respuesta más repetida fue que, su posición era la del nº 3. Curiosamente este cuadro estuvo años colgado en esta posición “más aceptada” en un lugar.
Pero ¿Cómo puede ser esto que haya gente que visualice la obra de forma diferente a como fue concebida por el autor?
https://sapereaudeflumen.files.wordpress.com/2017/09/grande.jpg?w=1650 1650w, https://sapereaudeflumen.files.wordpress.com/2017/09/grande.jpg?w=150 150w, https://sapereaudeflumen.files.wordpress.com/2017/09/grande.jpg?w=300 300w, https://sapereaudeflumen.files.wordpress.com/2017/09/grande.jpg?w=768 768w, https://sapereaudeflumen.files.wordpress.com/2017/09/grande.jpg?w=1024 1024w" sizes="(max-width: 825px) 100vw, 825px" />
Ana Serrano, Doctora en Historia del Arte, nos expone la explicación a este fenómeno, ya que no es un caso aislado, sino mucho más común de lo que podríamos pensar.
Cuando tenemos una experiencia estética, o mejor, cuando contemplamos una obra de arte que no comprendemos, como ocurre por ejemplo con las obras abstractas, intentamos comprender qué estamos viendo. En este acto de comprensión funcionan varios rasgos culturales y sociológicos que nos predisponen para “ver” un contenido en esa obra. Esa predisposición estética viene determinada por nuestros horizontes de expectativas u horizontes culturales. Los horizontes son aquellas experiencias vitales y conocimientos adquiridos que conforman nuestros pre-juicios a la hora de comprender nuestro entorno y que recurrimos a ellos como si de un repertorio de imágenes se tratara, para asociarlo a algo ya conocido. Es en ese punto de encuentro entre nuestros horizontes y lo percibido cuando se produce el acto de comprensión y de re-conocimiento. Lógicamente hay tantos horizontes de expectativas como personas, por ello es normal que ante una obra abstracta vista por varios espectadores cada uno de una interpretación diferente a esa obra. Sin embargo, ¿podemos decir que esas diferentes interpretaciones de una obra nos conectan con su autor? La respuesta es no, ya que sólo cuando se coincide en el horizonte de expectativas se produce la comprensión y se completa el proceso de comunicación entre autor y receptor. Es ahí donde comprendemos el Arte Contemporáneo.
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