Atrapados en nuestras casas, si algo nos permitió el confinamiento fue entrar en la de otros, generalmente figuras púbicas que, a través de entrevistas en televisión o conexiones por zoom, dejaban entrever sus espacios domésticos y el arte con el que se rodeaban. Pero más allá de este afán voyerista (algunas capturas de pantalla hicieron furor en las redes), el encierro también nos hizo mirar hacia el interior de nuestras propias viviendas y replantearnos nuestra relación con los objetos que nos acompañan y que de alguna manera ofrecen destellos de lo que somos. Para poner en valor la riqueza de ese mundo doméstico, la galería Àngels Barcelona se ha transformado en dos ambientes hogareños donde arte y diseño dialogan de la mano de Pilar Líbano, la interiorista que imaginó la galería en 2007 y que ahora, trece años más tarde, la ha vuelto a llevar a un nuevo lugar tan acogedor como insospechado.
Uno de los espacios transformados por Pilar Líbano
La exposición se titula Dos espacios y, efectivamente, muestra dos mundos, dos maneras de habitar: un comedor de corte minimalista con muebles blancos y paredes de espejo, y una sala de estar donde predomina el rojo y las obras se acomodan en las paredes a modo de gabinete de curiosidades. En el primero, Líbano juega con los contrastes de la espectacular lámpara Football de Piet Hein Eek con una instalación de Daniel G. Andújar, Battle Cry (2019-2020), serie en la que recopila consignas políticas y llamadas a la discrepancia ( “ Haz que pase” ”...) ; El poema de los Números Primos (1980) de Esther Ferrer o un texto desnudo de Pepe Agut Cap imatge encara ( 2016).
La muestra comienza en el escaparate, con un refugio de supervivencia de Lúa Coderch, y termina en lo que parece la guarida muy vivida de un coleccionista
La exposición comienza en el escaparate, con una obra de Lúa Coderch de su serie Shelter (la artista construye refugios básicos de supervivencia con lo que encuentra en entornos muy diversos). Una vez atravesado este primer espacio, se accede a lo que parece la guarida muy vivida de un coleccionista que se sienta en un sillón giratorio de André Vandenbeuck, sestea en un sofá sesentero de Nestor Basterretxea y en cuyas paredes ha reunido obras queridas de Wilfredo Prieto ( Esto es lo que piensan los médicos ), Mabel Palacín ( Paisaje Interior con Marina. Caracola ), Jorge Ribalta ( Litoral ), Joan Fontcuberta ( Orogénesis: Beato ), Eulàlia Grau ( Sol y calor ) o Jaume Pitarch (La escuela de Atenas de Rafael).
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